sábado, 26 de febrero de 2011

Esperados Viernes

¡Por fin llegó el viernes!
Eso es lo primero que pienso al despertar en ese último día de la semana. No sólo porque llega el fin de semana y tengo dos largos días por delante para descansar, sino porque los viernes con mi Profe siempre organizamos algo para la nochecita que me provoca estar alegre todo el día a la espera de que llegue el momento de vernos.
Pienso en que vamos a estar juntos, en que vamos a disfrutar de un momento único y especial y eso ya es suficiente para hacer de los viernes un día tan esperado.
Por lo general nos gusta salir. Nos agrada ir al cine, cenar en lugares distintos, visitar nuestra heladería favorita y caminar por la cálida noche cordobesa tomados de la mano y conversando de tantas cosas.
Ayer, por ejemplo, decidimos cenar en un restaurante de comidas típicas que habíamos visto publicitado en varios lugares y que nos llamaba la atención.
–Mirá, Gordi, acá está la página Web.
–A ver que tienen…
–Mmm… Parece bueno. “Comidas típicas: locro, humita, tamales, empanadas, minutas, pastas…”
–Si, si, parece el lugar indicado.
–Podríamos probar, no?
–Si, y justo hoy que está fresquito nos podríamos “zampar” algo de eso, jeje.
–¡Si, dale!
Salimos de casa y un rato después habíamos llegado al centro. Caminamos unas pocas cuadras y encontramos el lugar.  
Cuando entramos, algo me decía que no era lo que se publicitaba. ¡Era lo que estaba en las fotos pero al mismo tiempo parecía otro lugar! (No hay cosa que nos moleste más con el Profe que esos lugares donde las fotos muestran una cosa y al llegar, la realidad es totalmente distinta).
Para que se den una idea, la mayor parte de la gente que allí se encontraba, estaba reunida tomando mate con pan casero y manteca. (¿A esa hora? ¡Eran las nueve de la noche!).
–Eeehh… ¿Ya se puede cenar? – Preguntamos.
–Si, pasen, pasen. Ya los van a atender.
Lo cierto es que la atención tardó un poco en llegar y la comida no fue de lo mejor.
Engañados por una publicidad y el anuncio de comidas típicas, terminamos en un sitio bohemio, mal iluminado, caro, entre estudiantes de filosofía tomando mate y profesoras de facultad discutiendo cosas de la vida con cafecito de por medio. Y nosotros, ¡comiendo pollo y milanesa con papas fritas! (Ahora que lo pienso, no sé por qué habremos desistido de las comidas típicas).


No quedamos muy conformes, pero no permitimos que eso nos arruinara la noche. A veces, hasta solemos reírnos de la tragedia.
–¡Qué mal que comimos, por Dios! –Dijo entre risueño y angustiado el Profe.
–¡Nunca, nunca más volveremos! Ya sabemos para la próxima Gordi. Nada de sitios novedosos que ofrezcan comidas típicas! Jajaja.
Haciendo bromas acerca de la mala experiencia, fuimos caminando hasta el cine y nos dispusimos a disfrutar de la película.
Volvimos a casa pasada la media noche y puedo decirse que terminamos bien la jornada. : P
Así son los viernes esperados. Simples quizás, pero alegres y con esos momentos mágicos que se viven una sola vez y que quedan en el recuerdo para siempre.


 Lolita.




sábado, 19 de febrero de 2011

Gratitud

Hoy quiero decirte...

Gracias por estar cada vez que te necesito.
Gracias por sorprenderme gratamente cada vez que tenés la oportunidad.
Gracias por ser tan compinche, tan cómplice de mis ideas y proyectos.
Gracias por comprenderme en los momentos en que más lo necesito.
Gracias por ser el hombre que me mima, que me consiente, que busca mi bienestar
Gracias por abrir tu corazón, por expresarme tus sentimientos, por mostrarte tan cual sos…
Gracias por acompañarme en los momentos difíciles, cuando afloran las dudas y las inseguridades propias de mi edad.
Gracias por brindarme un espacio donde puedo ser yo misma y expresar todo aquello que necesito.
Gracias por pensar siempre en NOSOTROS al momento de tomar una decisión.
Gracias por abrazarme cuando me hace falta.
Gracias por escucharme, por brindarme tus consejos y hacerme partícipe de cada aspecto de tu vida.
Gracias por cocinarme tan rico, por esperarme siempre con lo que me gusta, por saber cuáles son mis preferencias y tenerlas siempre presentes.
Gracias por alegrarme cada día contándome tus logros, tus vivencias diarias y tus anécdotas.
Gracias por amarme tanto y demostrármelo.

Simplemente Gracias por existir y por haber tenido la valentía de arriesgarte por amor para poder estar junto a mí.

Me pareció oportuno dedicarle estar palabras de agradecimiento al Profe. Hace casi dos meses que llegó a Córdoba y desde entonces no ha dejado de darme motivos para estar feliz y sentir en mi corazón una enorme gratitud por todas las cosas que hace y me brinda cada día.
¡Mi Profe pila y media se merece esto y mucho más!

Lolita.

martes, 15 de febrero de 2011

¡Loli es... TÍA!

Ayer, mientras almorzábamos con Loli, de pronto sonó su celular y cuando atendió la llamada, era de su papá para avisarle que había nacido el hijo de su hermana mayor.
De modo que el papá de Loli es abuelo, la mamá es abuela y Loli y su hermana menor, son tías.
Sé –o creo saber–, en qué medida es importante para Lolita ser y sentirse tía.
Y sé que la vida, sean cuales fueren las circunstancias, merece ser honrada.
La historia y mi propia vida me lo enseñaron.
De manera que ayer, en un día tan especial como lo es el día del amor –14 de febrero, el Día de los Enamorados–, su hermana mayor trascendió su propia existencia generando vida y eso, amigos nuestros, lectores que nos siguen, merece un homenaje.
Por eso es que estoy escribiendo este post que no esperaba publicar.
Porque más allá de las desavenencias, encontronazos, desaires, agresiones y rencores que contaminan la vida de nosotros, los adultos, ese chiquito que acaba de nacer, de renovar una vez más el milagro de la vida, merece ser recibido con el respeto y el sentimiento de todos los que, de una u otra manera, estamos vinculados a él.
Hoy, poco me importa lo pasado. En este momento no pienso en el por-venir. En este momento no me perturba si me aceptan o no, si me quieren o me detestan los que tanto se opusieron a nuestra relación.
En este momento son meras circunstancias que el tiempo puede modificar. A menudo sucede así.


Ahora, acá, hoy, lo que me importa en verdad es desearle a ese hermoso bebé –así definido por la mamá de Loli–, que tenga una buena vida.
Que su mamá y su papá sientan la felicidad que sentí yo cada vez que salía de la sala de partos, después de ver nacer a cada uno de mis hijos.
Que crezca sano y querido y que tenga por delante un futuro venturoso.
Hoy quiero rendir mi homenaje a esa nueva vida y celebrar que Lolita es TÍA por primera vez.
Lo que no es poco.

El Profesor

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín

Porque con Lolita aprendí que esa leyenda es cierta: el amor no es fácil, pero tampoco es lo suficientemente complicado. Creo que a veces sin darnos cuenta y otras a propósito, lo complicamos nosotros.
 
Porque por más que se diga –y tal vez también sea cierto, yo mismo lo consideraba así– que es empalagoso y comercial, una festividad importada y un producto más de este mundo globalizado en el que nos toca vivir, quiérase o no, es también un símbolo con un significado muy especial.
Porque creo que todos, en algún rinconcito de nuestro interior, anhelamos que hoy nos regalen una flor, nos escriban una tarjeta, nos hagan una caricia y nos digan que nos aman.

Y porque Loli, desde el principio, soñaba con pasar juntos este día.
Cosa que vamos a hacer.


¡Feliz día para tod@s!


El Profesor

lunes, 7 de febrero de 2011

Sueño de una noche de verano

Hace algunos días –el 20 de enero–, fue el segundo aniversario de este blog, este espacio que juntos creamos para contar nuestra historia y que compartimos con ustedes desde entonces.
Desde ese día de enero de 2009 ha pasado el tiempo y han sucedido tantas cosas que a veces, cuando las evocamos, algunas se desvanecen y se confunden con esos anhelos que empezamos a soñar desde esa primera vez que nos vimos en la terminal de ómnibus de Córdoba.
Hemos pasado momentos difíciles, duros, tristes y amargos, porque así es la vida y si sólo se quiere compartir el lado agradable de las cosas, como dice Loli: “No se vale”.
Pero hemos pasado momentos tan, pero tan intensos, gratos y felices que ni ella ni yo vamos a poder olvidarlos jamás porque seguirán repitiéndose, una y otra vez, cuando cerramos los ojos antes de dormir para gratificarnos la memoria y acariciarnos el alma
Loli ha crecido. Ya no es aquella adolescente de colegio secundario que se cautivó y se enamoró de la imagen ideal del hombre que editó su libro y que volvía corriendo de la escuela para conectarse al chat o me avisaba cuándo podíamos hablar por teléfono tranquilos. Hoy está en camino de ser una espléndida mujer, aunque por esas cosas que tiene la cotidianeidad y esas palabras cariñosas que nos resistimos a dejar de lado, yo siga llamándola “Loli”.
El tiempo también ha pasado para mí, y son tantas las vivencias de estos tres años y un par de meses, que cuando me quedo a solas con mis recuerdos, todavía me parece estar mirando una película que discurre como en cámara lenta hasta julio de 2007 y cobra vertiginosidad después, a partir de ese frío día de julio, el del beso con bufanda. El día que la vida me devolvió los sueños que en parte había perdido y en parte había dejado olvidados en el fondo de un cajón.
Hay días en los que nos preguntamos qué va a ser de nosotros mañana, o pasado, o el año que viene. Porque si hay algo que tenemos en claro es que el tiempo pasa y no se lo puede detener. Es en esos momentos, cuando nos sentimos tentados a mirar del otro lado del telón de la vida, cuando tomamos conciencia de que lo único que nos mantiene unidos son los sentimientos compartidos que hemos comprometido desde el primer día.
Porque después de vivir todos estos años he comprobado que hay por lo menos una gran verdad en la que podemos creer en esta existencia que, como escribió el bardo, está hecha en base a sueños: lo único cierto con lo que contamos para seguir adelante, día tras día, es con los sentimientos. La mente suele jugarle malas pasadas hasta al más inteligente y el cuerpo puede impulsarnos a hacer disparates pero el corazón... el corazón no nos miente.
En este trayecto de vida compartida, con Loli hemos anhelado desde el principio festejar juntos nuestro cumpleaños que –curioso, pero cierto–, es el mismo día.
No fue posible en ese primer cumpleaños de 2008.
Al año siguiente, unos días antes del 7 de febrero, Loli me escribió, delirante de tan contenta, avisándome que iba a viajar con su papá para que pudiéramos pasarlo juntos.
En 2010, pude viajar y otra vez, soplamos las velitas de la torta al mismo tiempo y nos deseamos, el uno al otro, lo mejor y pedimos nuestros deseos y brindamos el uno con el otro y el uno por el otro.
Y ahora, hoy, que festejamos un nuevo cumpleaños –el cuarto desde que nos conocimos–, cuando Loli ha dejado los "diez y..." y yo he llegado a los "sesenta y...", estamos tan cerca... que parece un sueño.



El Profesor